Bonus
Hay que ver que pesaos con las orquídeas, y a la luz de la luna, encima, como si en esa circunstancia no hubiera nada mejor que manipular; que manía con fastidiar los órganos reproductores de las plantas, y luego las orquídeas, tan antipáticas que me dan mal fario, pues las relaciono, inconscientemente, con su utilidad funeraria, pero a lo que vamos.
Cuando ya creíamos que nos sabíamos todos los pianistas de carrerilla, como se aprenden los nombres de los ríos rusos, y los directores de las infinitas y maravillosas orquestas, incluido Roberto Delgado, desde Ray Conniff a Percy Faith, de Caravelli, Mancini, Pourcel, Algueró, Rota, Bernstein, Zacharias, Montenegro, Kostelanetz, Light, Calderón, Lefèvre, a Black, en una alineación mundial de talentos, sin contar con la multitud de afluentes con caudal importante, descubrimos que nos faltaba uno, este es Geri Galian.
Y lo presentamos aquí, no porque tenga un nombre equivoco como Cavallaro, Carmen, y Geri suene a tersa pianista joven, sino que viene en calidad de rivalizar con la forma de tocar de Loco, Ros, o, Morales, como disparándole con los pulgares a las notas del piano, en una imitación a lo Chico Marx, en un ajusticiamiento menor, de mentirijillas, invirtiendo la costumbre de disparar, directamente, al pianista.
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