Si hubiera que hacer una selección mundial con los artistas más sobresalientes e influyentes del panorama musical del pasado siglo, y que, con su impulso genial, han situado a la música, más allá de preferencias y estilos, a su nivel actual, tal como la conocemos, en esa hipotética lista debería figurar, en mayúscula y negrita, GARY McFARLAND.
Me refiero, claro está, a los que la han revolucionado, no a los compositores exitosos de un sha-la-la-la veraniego, no; a los que sin su aportación, esto no sería lo que es, o, en todo caso, su falta, se haría notar, dejando un hueco irrellenable.
Arreglista, compositor y director de orquesta, músico por los cuatro costados, eminencia tal que su corta vida le permitió legarnos impresionantes trabajos propios y generosas y abundantes colaboraciones. Además, era un tío bien parido y bien parecido, con clase, personal, único. Sorprende que un desgraciado accidente domestico, casero, acabara con la vida de un ser maravilloso, en plena juventud y lleno de creatividad.
Su música nos lo recuerda, alegre y vital como éra. Scott Feather.-
Estas versiones tienen más gracia conociendo el original. Para los más aplicados, por aquí anda Antonio Carlos Jobim, guitarreando, haciendo horas extras.
Oigamos:
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