Cada vez que se celebran elecciones para cambiar de alcalde, los candidatos, por darle a su campaña un contenido social, prometen guarderías y residencias para la tercera edad donde aparcar a los niños y a los viejos, que no molesten, unos, y los otros que no alteren el paisaje con su estampa mellada y su actitud acusadora.
Y no me motivan.
Mi voto está reservado para quien emprenda una cruzada contra la existencia de las terrazas de los bares. Después de perrear (pasear al chucho), terrazear (pasearte a tí mismo) se ha vuelto imprescindible para estar a la moda.
La gente no siente pudor en ingerir una bravas a pie de asfalto y desafían a la salmonela entre la doble contaminación de los gases y la acústica, sin saber cual de las tres es más nociva.
Por favor maestro, hable del peligro que tienen los petardos en una papelería y de las visicitudes que corrió aquel Barman que perdía aceite (no era de Girasol y mucho menos de Oliva).
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