Ahora, que se ha puesto tan de moda juguetear/manosear la comida en presentaciones insólitas donde parece se trate de esconder en que consiste el plato, en el esplendor de la cocina creativa, y, para ser cocinero se han de acreditar conocimientos básicos de fontanería con el uso del soplete; en este preciso momento, cuando cualquiera es apto para largarse unas clases entre fogones, e, infinidad de concursos elevan esta noble actividad en show y materia de arte, aquí, con todos los elementos a favor, pues resulta que no, que ya no se come bien en ningún sitio corriente, y, no es cuestión, básicamente, de presupuesto.
Los restaurantes de carretera, antigua envidia, cuando la gente se hacía camionero porque era un oficio donde te asegurabas que comías bien, se han mercantilizado y ofrecen a un precio estudiado, una bazofia detestable en la seguridad de que no vas a repetir, y los otros, más apartados y refinados, presentan una amplia carta de pre cocinados a punto de caducar, pues al disfrutar de menos comensales distribuyen la cuota de negocio entre el menor número de clientes.
Si añadimos a este desolador panorama el comprobar los desaguisados en las interioridades de las cocinas, expuestos en tv con todo lujo de detalle, donde la radiactividad es la reina de la casa y los camareros aparte de llamarte "caballero" lucen, orgullosos, zonas de cultivo de psoriasis en sus extremidades superiores, pues ya está, para que queremos mas? ábrete una late de sardinas en tu casa, y, reza porque la envasadora no estuviera en conflicto laboral.
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