Los que vivieron el vendaval de la música en los 60's, conocen, perfectamente, la gran competencia existente que, hacía, para sobre salir, cualquier vía lícita. Unos, por el camino melódico, la mayoría apostando por los nuevos ritmos, y, los menos, no tenían más remedio, que transitar por lo alternativo: la astracanada, el humor.
Pero el humor da muy mal a la canción. Necesita acompañarse de imagen, cuando menos, o, al menos, cierta libertad, que no se alcanza con los parámetros de la melodía y la letra. Es decir, los resultados cantan por si solos, y son, como todos sabemos, pobres.
Es un recurso barato, de teatro de barrio, de función parroquial gratuita, de final de curso con la familia de público.
Cada país tuvo su representante cómico/cantante, y, recuerdo a Emilio El Moro,
Fernando Esteso
O los Hermanos Calatrava
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