He aquí otra manera de tocar el órgano, (Hammond). Sin estridencias, suavemente. Como si alguien te estuviera soplando, dulcemente, al oído para extraerte un elemento intruso. En una nana o canción de cuna, para mayores, no de 18 años, no, de 36, solos o acompañados.
Acostumbrado a la fuerza y energía de Jimmy Smith donde somete al órgano a un sobre esfuerzo asfixiante, o a Will Bill Davis que lo toca como queriendo acabar pronto para irse a acicalar el bigote, o al divertimento, infantil, casi escolar, de Walter Wanderley, esta forma de acariciar las teclas como queriendo alargar la baquelita, estirarlas, me resulta altamente gratificante como dicen los que nunca se han distinguido por donar una gratificación ni dejar una mala propina.
Y es por eso que tengo el gusto de dejarles, en la grata compañía, de Buddy Cole, recomendable incluso para los que no gustan de las hortalizas. Perdonen el chiste fácil, pero son las 23:40h de un día, tan largo, tan lejano ya, que parece que empezara anteayer.
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