La publicidad hay que saltarla/evitarla. Hay que protegerse. Como consumidor, me refiero. En todo caso, puede contemplarse, desde afuera, en su aspecto artístico, o, con ojos de semiologo: que es la manera de que el bosque te permita ver los árboles.
Y con su observación, detectar por donde se resiente y resquebraja el sistema. Va dirigida, precisamente, a taponar donde más le duele a la sociedad en su conjunto. Trata de corregir, o paliar su desgaste. No por altruismo, sino como su único objetivo es vender, porque hay mercado.
Nosotros cambiamos al tiempo. Hemos pasado de la recomendación de consumir biodramina ante de aventurarnos en carretera, a vigilar nuestro tránsito intestinal.
Y del consejo de los digestivos tipo sal de fruta, a cuidar las exaltadas hemorroides.
Básicamente los males que nos mortifican están relacionados con la parte final del intestino. Cabe pensar, por tanto, que el personal ande con el fuselaje de expulsión dañado por el modo de vida, a causa de los recortes y penurias derivadas por la jodida crisis.
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