Decididamente hay canciones ceremoniales, para disfrutar vestido de etiqueta. Serias, rígidas, encorsetadas. Locas, intimistas, salvajes. Invernales: con saxos profundos que invitan al recogimiento en espacios cerrados.
Las hay finalmente, veraniegas, refrescantes como ésta. Para escuchar en un atardecer playero, pudiendo ir, si se desea, informal, muy ligero de equipaje.