sábado, 28 de noviembre de 2015

El Turista Accidental - vivir cada día



Nota previa: 
Debería estar prohibido opinar/recomendar películas. El gusto particular es personal, intransferible y, por tanto, demasiado subjetivo para exponerse a resaltar los defectos o virtudes de un film. Al no tratarse de una ciencia cierta, incluso es susceptible de resultar su valoración diferente, dependiendo del estado anímico que nos embargue. Salvado este escollo, y, mientras no lo penalicen, ahí va mi tardía crónica.



Lo primero que engancha de esta cinta es el tono amable/amigable, confidente, con que desgrana consejos, pequeños trucos, antes de aventurarnos en un viaje, o, como desenvolvernos con eficiencia y naturalidad, en una ciudad que descubrimos por primera vez, sobreviviendo a sus carencias y peculiaridades.
Recomendaciones para el viajero, dictadas con precisión y tacto, sugerentes, y que se convertirán en el hilo conductor, recurso recurrente, a lo largo de toda la historia. 

Luego nos habla del distanciamiento hasta la ruptura, de una pareja por la traumática pérdida de su hijo, y, las dificultades de rehacer sus vidas. Sobre la escasez de segundas oportunidades. De personajes, cuyos mundos, pequeños, minúsculos, gravitan en un universo galáctico, y, como planetas o satélites giran en órbitas diferentes sin posibilidad de encuentro/relación. 




En una palabra, refleja la extrema dificultad que nos supone vivir la vida. Es decir, algo tan propio, tan natural, motor y carretera de nuestra existencia, no fluye plácidamente, todo lo contrario, es trabajoso, arduo y complicado su diario devenir. Se hace necesario empujarla, encararla, permanentemente. 

No se nos ajusta como un traje de neopreno, segunda piel, es más bien, el vestido de arlequín descuadrado, o, directamente un traje de payaso, siete tallas grande, donde convivimos con la dificultad añadida de desarrollarnos, de movernos descompasados, incómodos con el consiguiente pesar.

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