Me sorprende, gratamente, el interés despertado por los trabajos de Pete Terrace. Creía que sólo me gustaba a mí. Por tanto, insisto, hoy, una vez más, con la presentación en sociedad de éste Sabrosa Y Caliente (Hot & Spicy), producida por Don Costa y bajo el sello Colpix.
Destaco nuevamente la gracia de ésta discografica menor y el gran nivel de las obras producidas. Tanto es así que si ven algo de Colpix, no lo duden, cómprenlo. Es una garantía. Absolutamente.
Estamos de enhorabuena, (esta palabra parece alemana) pues ha sido reeditado por Melodías De Colección con un puñado de bonus tracks escogidos de sus otros interesantes álbumes.
Tiene narices, a éstas alturas del partido, (en los últimos compases), con la que está cayendo, salir ahora por peteneras, (venga, a coger el diccionario) y venir a presentar algo de Sinatra. Frank, su vida, su trabajo, su historia, sus amores, sus luces y sombras, no caben en un sólo blog. No hay blog suficientemente grande para albergarlo, en toda su extensión, en toda su grandeza. No hay post que lo cubra. Entonces, ¿que debo hacer? Renunciar; puesto que poco podré añadir a la trayectoria de un mito, de un semi-Dios que deja lejos a las estrellas, (que de haberlas, haylas), a los buenos profesionales, a los que vivieron su misma época y desempeñaron con dignidad su mismaprofesión, pero, quedan, tristemente, muy rezagadas comparadas con Él.
Pues no. No lo voy a hacer. Es decir, si, lo voy a intentar.
(A riesgo de parecerme al chiste del andaluz que, viajaba en tren con un ruso, y, se interesaban,
educadamente, por sus respectivas procedencias.)
Luego gustará más o menos su estilo almibarado. Molestará, posiblemente, su edulcorada suficiencia. Ese espíritu, permanentemente, Navideño de sus grabaciones. Pero su sello, su marca, es insuperable.
Ante la imposibilidad de poder adquirir tanta obra buena y extensa como tiene, decidí comprar este Cd que recoge las 19 canciones que Él consideraba sus preferidas. (No se si fue una manera de justificar una nueva recopilación pero así se vendió.)
Pues eso, muchos rusos en Rusia.
Nota final:
Viendo la foto de portada me asalta un pensamiento relacionado con la inexorabilidad del paso del tiempo.
Para los mortales, bueno, mortales somos todos, para los peatones, peatones también somos todos, para
los de a pie, de a pie..., quiero decir, para el ser humano común y corriente, el envejecimiento no es nada más que la consecuencia final a una vida de estrecheces o carencias. Y se da por bueno, por inevitable. Está amortizado. Pero a los cantantes, y, sobretodo, a las actrices que mal les sienta el paso de los años. Sucedió, recientemente, que vi a Eva Marie Saint en la actualidad y me afectó. Guardaba aquella espléndida imagen de "Con la muerte en los talones" y preferiría haberme quedado con ella.
Con esta de Frank me ocurre lo mismo.
Abusando de hiper-realismo, con la mirada perdida, entre dubitativo y traspuesto, me lo sitúa en el rincón de un salón de residencia de ancianos. De las más caras y lujosas, de las más exclusivas, desde luego.
He presenciado, consternado, con desolación, como una joven concursante televisiva, permanecía muda ante la pregunta de quien era el compositor de Something de The Beatles, facilitandole, como pista, un nombre y apellido donde aparecian en el primer tramo la e y la g, y, en el segundo grupo, la r y una o con sus respectivos huecos para las demás vocales y consonantes hasta completar George Harrison, su autor.
Mariposeando por YouTube, tienes sorpresas, y a veces agradables, como el descubrimiento de esta mujer, Dolores Hawkins, con una voz reveladora y ajustada a su físico. Hay un acoplamiento perfecto entre como canta, y, su imagen: limpia y fresca. Está hecha a conciencia. De una vez. Ensamblada a mano. Da la sensación de formar parte de las que se duchan más de una vez al día.
Tiene, según leo, una cierta querencia a lo latino, obligada, quizás, por su clásico nombre, llegando a formar parte de orquestas de la época, (Johnny Conquet, Gene Krupa) en el furor del mambo y el cha cha cha.
Aquí nos muestra un trabajo excelente con cuatro señores del jazz: Hank Jones, Barry Galbraith, Milt Hinton, Osie Johnson y se le conocen grabaciones dirigidas por Artie Harris, Bill Stegmeyer, Joe Sherman, Quincy Jones, o, Don Costa, (los directores de orquesta no le hacían ascos) luego famoso por trabajar con Sinatra y, sobretodo, por ser el padre de la prometedora Nikka.
A Don Costa le pilló el éxito al revés. De vuelta y con efectos retroactivos. Tras una carrera provechosa dirigiendo a los grandes del momento y realizando numerosas grabaciones propias, el gran público, la masa, no lo descubrió hasta que una pequeñita y despierta niña, llamada Nikka, Nikka Costa, su hija, (siguiendo la fórmula Bond, James Bond) triunfó con una canción para mayores acompañados.
Y claro, la gente preguntaba de donde había salido aquella artista, y, todo el mundo decía, de su padre, no, de su madre, como suele ocurrir, comúnmente.
Pero lo sustancial en la trayectoria de este hombre aparte del arreglo glorioso de Come Rain Or Come Shine de Frank Sinatra,
por el que pasará a la historia, y se ha ganado un merecido sitio en el Olimpo, está la realización del album de portada, de inicio, (1961) con unos arreglos que lo flipas, y una sonoridad tremenda, que engancha, que emociona, resultando verdaderamente electrizante.
Estas son, parte, de las canciones: