domingo, 15 de noviembre de 2015

Tu vida pende de un burofax o Correos era una fiesta



Stevie Wonder - Send One Your Love

He pasado, hoy, por una oficina de Correos a retirar un convoluto. Es bueno acercarse, de vez en cuando, a este organismo/empresa/ente para calibrar el estado general de la plebe. Conocer el pulso, lejos de la cifras despatarrantes de la macroeconomía, de esa otra economía binaria y real de contar con los dedos de una mano.

Es la forma precisa de obtener una radiografía actualizada, en ese hormiguero renovado y permanente, para saber en que se sustancia toda nuestra diaria actividad, como resumen y producto, a nuestro ajetreado mercadeo y cansino contrabandismo.

Saber si se envía más que se recoge, que se remite y en que volumen, y, finalmente, que clase de recepción es la mayoritaria. Es decir, establecer un ranking de gestiones, para, como practican los analistas con nuestra sangre, valorar el colesterol, los triglicéridos y ácido úrico de nuestra cotidianidad.

La impresión final es decepcionante. Empleamos los días laborables de la semana en cometer infracciones, desatender los impuestos, cosechando multas, y, los sábados recogiendo los impresos donde nos notifican y reclaman, formalmente, su importe, facilitándonos los papeles para su auto-liquidación.

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