Paté del bueno para suplir carencias alimenticias del alma / espíritu
Se nota, se observa, se padece, de un tiempo a esta parte, paralelamente a la mala alimentación del cuerpo, un vacío, una orfandad que flota en el ambiente, en cuanto caminamos como pollos sin cabeza, sin la referencia de pensadores que ilustren nuestro día a día, y, alumbren nuestro camino terrenal.
Despoblada nuestra existencia de esa parte espiritual que cubría, para bien o para mal, la religión, navegamos en un mar de dudas, solamente gobernados por la cultura del físico, y, el culto al dinero. Es así; nos guste o cueste reconocerlo, seamos honestos, por una vez. Por última.
Se ha perdido la figura del intelectual comprometido, del pensador de guardia que como una brújula orientaba sobre los puntos y las comas cardinales.
Hoy este intelectual está en sus acciones, bonos, títulos, rentabilidades, cambalaches siglo XXI, y, por tanto, no se le espera. Ha quedado como sedado, neutralizado, cuando no comprado, y, se debate en la disyuntiva, triste, entre ser un manso que no embiste, o un torero que no se arrima.
Más que nunca, se necesita la presencia docta de sabios en la tribu, una generación y una regeneración del 2018, unos poetas andaluces o murcianos de ahora, como los antiguos maestros y médicos que enseñaban y curaban con el ejemplo y la palabra; unos intelectuales que no vivan obsesionados, sólo, por ganar el Planeta.



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