No; la música, en general, es el Gran Continente; siendo, los países, sus diferentes géneros, y, los interpretes constituirían, titulando en orden a su importancia y renombre: sus capitales, ciudades y pueblos.
Y aún, diseminadas, minúsculas y recónditas aldeas.
No.
Amo, por tanto, las canciones.
Las canciones resultarían, entonces, las casas: humildes, acogedoras, obradas con escasez de elementos, sobrias, ejemplo de voluntariedad; con su particular y oculta historia, sencillas, breves de tamaño, dignas, instaladas en la frontera de dos estados, siendo difíciles de ubicar/catalogar, fácilmente comprensibles o enigmáticas, requiriendo procesos más costosos, como situadas en lugares apartados, de empinadas cuestas y carreteras zigzagueantes; o muy ricas y ostentosas, resplandecientes, elegantes, extensas, profundas, colaborando en su construcción un sinfín de componentes y hasta diseñadas con un arquitecto/director.
Las conozco, las visito, asiduamente, y, vuelvo a ellas cuando siento su urgente necesidad.
Todas, preferencias aparte, me son útiles, con aportaciones únicas, diferentes, y ninguna me sustituye a otra. Son como unidades de gigantescas manos con incontables dedos que, todos te fueran necesarios, y, quisieras por igual.
(La imagen es poco acertada sobre todo porque no encontrarías guantes tono pastel, y, menos, de tu talla).
Fulgen.
Buen artículo. Ni el mismísimo Dino Segre lo haría mejor.
ResponderEliminarUn abrazo Piti piti,
Gracias. Nada tan agradable como un elogio, y, tan apreciado, viniendo de quien viene; tanto es así que merecerá un post para agradecerlo. Por estas!
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