miércoles, 22 de abril de 2015

SABU MARTINEZ, SIXTH DIMENSION



Adolfo, nuestro conserje (portero es un grado menos en su escala laboral) es simpático, eficiente y gay. El orden es aleatorio. 
(Ahora, que el trabajo se hace tan preciado, hay encubierta una campaña, generalizada, para eliminar este puesto. Con lo cual, los cesantes por jubilación, rara vez son reemplazados por jóvenes dispuestos a recoger el testigo del mocho, la bayeta y la escoba).

Es el alma de la finca. Y se aprecia, aún más, en vacaciones, cuando no está. 

Educado, ágil, alegre, siempre solicito, es fuente permanente de noticias y depositario de privilegiada información. 
Transmite su presencia, con ese don (encanto, sex-appeil) que algunas personas atesoran, un efecto estimulante y, contagia, a la entrada, de una actividad y nervio, propio de un edificio donde se sustanciara algo de mayor calado. De más importancia y categoría.

Entiendo a los propietarios que, en aras de la rentabilidad, quieran reducir gastos (ajustar costos) pero, a este paso, nos vamos a cargar la economía, y, nos quedaremos, lo que es peor, sin "glamour".

(Las nuevas generaciones que desconozcan la introducción del clásico "Platero Y Yo" de Juan Ramón Jiménez, pueden ahorrársela, es clavada, pero con burrito de protagonista.) 
Fulgen.

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