miércoles, 29 de abril de 2015

Confesiones, sin pudor, después de la Publicidad (Um Cantinho, Um Violão)















Inclinações Musicais

En un descuido del severo régimen que mantengo, para no ver televisión, más allá de lo inevitable, me sorprende un monográfico sobre la salida del armario de un actor de éxito, antiguo pescadero, que parecía querer mantener en secreto, hasta hace poco, pero a causa de estar sufriendo un desamor, ya puestos, (es reconfortante buscar la curación hablando de la causa del dolor tanto como apetece fumar cuando estás acatarrado) explica como por medio del gimnasio se va viendo más favorecido, y, mejorado, consecuentemente, lo cual es doblemente satisfactorio.

Unas pinceladas sobre la dificultad que conlleva hacerse un hueco en cualquier profesión a partir de unos comienzos duros, como no podría ser de otra manera, para volver al tema central de la ruptura con su pareja, y relata como en la consulta al psiquiatra le peguntó si era normal que le gustaran tan jóvenes, a lo que el doctorsito respondió: que "pezqueñines, si, gracias". El hermano listo de Scott Feather.-

sábado, 25 de abril de 2015

Momento que tenía que llegar, para una relación estable y fluida


I'm Getting Sentimental Over You

Al quedar en desuso la querida costumbre de escribir cartas, la correspondencia epistolar, nuestros buzones particulares, trabajan para el enemigo, convertidos en terminales colaboracionistas con la Administracción -Organismos Oficiales, recogiendo avisos, sanciones, y, toda suerte de notificaciones de impuestos y tributos. Sometiendo el trámite de su apertura en una decisión, repetidamente, aplazada por desagradable.

Es impensable rescatar del lóbrego receptáculo una carta normal, donde una antigua novia, por ejemplo, confiese que si, que se lo ha pensado mejor, y rectifique, anunciándote, que donde se alzaba un muro insalvable para vuestra común amistad, se extiende, ahora, una espléndida autopista de seis carriles por banda viento en popa a toda marcha, sin peaje, incluyendo, como prueba, un pétalo de una humilde flor, desecado.

O de Carlitos, repartida 50 años tarde, desde el Ejército, con una foto sepia donde empuñando un fusil, como se maneja una guitarra en un grupo de rock, y, con cara de definir, como en el viejo chiste, las partes de las que consta, en dos: fu y sil.

Bien. Armo todo este alboroto, todo este festival de incruentos fuegos de artificio para rogarles una atención, un detalle, de su parte.
Nos le pido una misiva a la antigua usanza, con franqueo de trajes militares de época o regionales; simplemente, un simple comentario. Aquí abajo.

Esta relación funciona mejor cuando los lectores, si los hubiera, se manifiestan, afloran y participan.

A lo que deduzco, está leyendo esto, y, sin embargo, nada se de usted. Como es? A que dedica el tiempo libre? Merecería un saludo (cordial) de su parte?
Fulgen.

Esclavos del ritmo y del deseo o mareando la perdiz sin tregua. (Frases inconexas que no aportan nada para esclarecer que es cóncavo, o, convexo; ni cual de las dos es alcayata o cáncamo)




¡Cuan farsantes y ventajistas somos ante la irreprimible fuerza de nuestros deseos!.


Y que difícil resulta, entonces, renunciar a lo que anhelamos, imperiosamente. A aquello que en un rápido proceso de apropiación y consecución, idealizadamente, nos conviene.

Casi que nos corresponde, por derecho; postulándonos como merecedores naturales, de ello.


Por la ley del embudo.

Hay que ver cuan indulgentes y benévolos somos.
Como combinamos y retorcemos los hechos, las condiciones, los supuestos, para que una serie de acontecimientos, de manera tramposa en el solitario de nuestros intereses, a sabiendas, confluyan, con la visión más optimista, y, encajen en el fin que pretendemos.


No hay barreras, ni competencias, ni limitaciones. O nosotros o nadie. Tal vez, el diluvio.


Luego, la cruda realidad se impone derrumbando el castillo construido de falsas ilusiones, de vanas esperanzas, y nos aferramos, al otra vez será, y nos conformamos, pues bien mirado, no era lo acertado, lo oportuno, en una nueva comprobación de que la zorra cuando no alcanza las uvas, se consuela con que estén verdes.


(Cuando no sepas de que hablar, ni hayas hecho la Mili, ni por tanto contarla, acude al refranero. Es fuente inagotable de sabiduría caduca/caducada, además es barato, está al alcance comprensivo de cualquier interlocutor, y, da como un aroma a chanel manchego nº 5. Créeme, vale la pena. Ataca por ahí. Es mejor que permanecer callado, o, entregar el papel del examen en blanco.)

Fulgen.

viernes, 24 de abril de 2015

ESTÁ BILLIE, JOE Y LAS DE VERANO; QUE SON LAS BUENAS



Adoro la música. 
No; la música, en general, es el Gran Continente; siendo, los países, sus diferentes géneros, y, los interpretes constituirían, titulando en orden a su importancia y renombre: sus capitales, ciudades y pueblos. 
Y aún, diseminadas, minúsculas y recónditas aldeas. 
No. 
Amo, por tanto, las canciones. 
Las canciones resultarían, entonces, las casas: humildes, acogedoras, obradas con escasez de elementos, sobrias, ejemplo de voluntariedad; con su particular y oculta historia, sencillas, breves de tamaño, dignas, instaladas en la frontera de dos estados, siendo difíciles de ubicar/catalogar, fácilmente comprensibles o enigmáticas, requiriendo procesos más costosos, como situadas en lugares apartados, de empinadas cuestas y carreteras zigzagueantes; o muy ricas y ostentosas, resplandecientes, elegantes, extensas, profundas, colaborando en su construcción un sinfín de componentes y hasta diseñadas con un arquitecto/director.


Las conozco, las visito, asiduamente, y, vuelvo a ellas cuando siento su urgente necesidad. 

Todas, preferencias aparte, me son útiles, con aportaciones únicas, diferentes, y ninguna me sustituye a otra. Son como unidades de gigantescas manos con incontables dedos que, todos te fueran necesarios, y, quisieras por igual. 
(La imagen es poco acertada sobre todo porque no encontrarías guantes tono pastel, y, menos, de tu talla). 
Fulgen.

jueves, 23 de abril de 2015

UNA LARGA Y CÁLIDA MEADA.




A los que desempeñamos un trabajo marginal, con la calle como inhóspito escenario, a veces, nos sería más fácil aligerarnos sexualmente que, como dijera Alvaro de Laiglesia, echar una larga y cálida meada.

Frecuentamos ciertas cafeterías con asiduidad, siendo tolerados, y conocemos hoteles de fácil acceso, donde colarse, y, disfrutar del alto standing de un 5 estrellas, (pena da, embadurnarlo) pero, precisamente, porque te ven venir (y salir), te revienta, que, sin atreverse a decirte ni pío, piensen: mira, ya está éste por aquí, otra vez, a cambiarle el agua a las aceitunas.

Desahogarte en cualquier bar es lo más socorrido, pero resulta un contrasentido entrar a repostar líquido, si lo que urge, sea, precisamente, soltarlo.
Si no me canso de repetirlo: tu no puedes beber agua si tienes ganas de orinar.



De donde copiamos

Ahora, afloran en la entrada de tascas y baretos, carteles, reservando los servicios exclusivamente para clientes; haciéndose preceptiva, por tanto, la consumición, y, anda el personal, con la vejiga a reventar, reacios, descolocados, al enfrentarse a esa tremenda disyuntiva.

Extinguidos los viejos urinarios, donde habías de vigilar el mandao, si no querías que una mano ajena te lo sujetara, y, sin una política municipal de instalación de cabinas urbanas higiénicas,


(Foto robada en los Campos Elíseos, y, no es coña, en misión especial por un asunto de faldas, escabroso, donde se ponen a prueba los bajos instintos del ser humano, en medio de una tórrida pasión que a buen seguro no interesa a nadie y tal..)

aquí hay negocio, (y alivio al paro), con una regulación nueva, revolucionaria, autorizando mingitorios como servicio público, pero financiados por particulares, a la manera de los actuales locutorios, pero pulcros, perfumados, sanitizados, con una encargada al frente, luciendo delantal y unas tetas de antigua carnicera, y donde sea obligatorio dejar una moneda a cambio de consumir nada. 
Fulgen.